Investigar el índice de natalidad y mortalidad en el estado
Elaborar un cuadro comparativo entre dos estados. Uno con alto nivel de natalidad y baja mortalidad y uno con baja natalidad y alta mortalidad.
Por su parte la tasa de natalidad10, la cual expresa la relación existente entre el número de nacimientos ocurridos y la población total de la entidad, asciende a 17.9 nacimientos por cadamil habitantes. La cual se considera moderada11, es de mencionarse que esta tasa hace casi veinte años en 1990 era moderada igual. Para comparar que tan atípica es la natalidad de
Coahuila respecto a la de otros estados, decimos que esta entidad esta a 0.3 desviaciones estándar por debajo de la media nacional para 2009 que es 18.2. Y para tener una perspectiva temporal más amplia, vemos que el promedio anual de la tasa de natalidad de este estado es
23.4 por cada mil para el lapso entre 1990 y 2009
Por el contrarío, la tasa de mortalidad14 que índica el número de defunciones por cada mil habitantes es de 4.7 para esta entidad. Por tanto, está tasa es baja15, mientras que en 1990 era baja igual. En cuestión de mortalidad esta entidad esta a 0.2 desviaciones típicas por debajo de la media del país que es 4.85. El promedio de 1990 a 2009 para esta tasa es de 4.6.
EN COMPARACION CON PUEBLA
expresa la relación existente entre el número de nacimientos ocurridos y la población total de la entidad, asciende a 19.7 nacimientos por cada mil habitantes. La cual se considera moderada11, es de mencionarse que esta tasa hace casi veinte años en 1990 era alta. Para comparar que tan atípica es la natalidad de Puebla respecto a la de otros estados, decimos que esta entidad esta a 1.2 desviaciones estándar por encima de la media nacional para 2009 que es 18.2. Y para tener una perspectiva temporal más amplia, vemos que el promedio anual de la tasa de natalidad de este estado es 24.9 por cada mil para el lapso entre 1990 y 2009.
Elaborar un ensayo de cuatro cuartillas sobre la relación entre el índice de natalidad y el índice de mortalidad y la tasa de desempleo enfatizando la situación local
Causas de Mortalidad
Entre las causas de mortalidad que ponen de manifiesto el denominado fenómeno de Transición Epidemiológica (dicha teoría tiene una deficiencia en los términos en que fue planteada, pues no toma en cuenta la repercusión de las enfermedades sobre la respuesta social, o al menos asume que dicha repercusión se expresa a través de la mortalidad), en el cual se pasa de un perfil a otro, se distinguen tres grupos: las causas de muerte que tienden a disminuir, las que se han mantenido estables y las que han mostrado un incremento de frecuencia.
Las reducciones más acentuadas corresponden a enfermedades infecciosas y los aumentos se observan en las enfermedades
de lenta evolución y en los accidentes. De hecho, las enfermedades cardiovasculares, los accidentes por vehículos de motor y la diabetes, tienden a reemplazar a las enfermedades transmisibles, por lo que toca a su contribución proporcional a la mortalidad.
Al analizar la mortalidad infantil, podemos observar una reducción en su tasa general de 39.9 por mil nacidos vivos registrados, a 17.5 entre 1980 y 1993, de las cuales las tres principales causas de mortalidad se observan o están representadas por las afecciones originadas en el periodo perinatal, las anomalías congénitas y la neumonía e influenza; del mismo modo se observa el desplazamiento de las enfermedades infecciosas intestinales que se han desplazado del segundo al cuarto sitio, observándose algunas variaciones a nivel nacional, lo que nos indica la desigualdad económica entre las entidades federativas del país.
En lo que respecta a la mortalidad materna, esta pasó de 143 por cada 100 000 nacidos vivos registrados en 1970, a 94.5 en 1980 y a 44.7 en 1993, observándose entre las tres principales causas de mortalidad materna a la toxemia del embarazo, la hemorragia del embarazo y el parto y las complicaciones del puerperio. En el contexto de lo biológico, estas tres causas pudieran considerarse según las estadísticas oficiales, sin embargo, como se enuncia en párrafos anteriores, la incorporación de la mujer al aparato productivo ha modificado los patrones de mortalidad debido a las causas antes mencionadas.
Pudiera resultar paradójicamente afirmar que las extraordinarias condiciones sociales que oficialmente son manifestadas por los políticos no sólo aquellos que ocupan puestos o corules en algún partido, sino también aquellos políticos que rigen los destinos de las políticas de salud en México, son problemas superados y que estamos arribando a una situación social de privilegio, que alejados estamos de esta utopía.
Como podemos observar, pobreza y número de hijos van de la mano, así como desnutrición y mortalidad, no podemos nosotros conceptualizar ni afirmar que la llamada transición demográfica es la respuesta adecuada a una política sanitaria equivocada en nuestro país, debido a que desgraciadamente la expansión demográfica acentuada en las áreas rurales esta estrechamente vinculada con la mortalidad infantil y como resultado de la inserción de la mujer al aparato productivo se ha reflejado en la mortalidad materna.
Apegados a indicadores oficialistas, si es posible concebir que las tres principales causas de muerte en la mujer son las derivadas del embarazo, parto o puerperio, sin embargo, la mortalidad materna no la podemos reducir a esos tres indicadores, ya que eso implica el tener una visión reduccionista de los problemas de la mujer, ya que si ubicamos el vínculo mortalidad materna y pobreza, estaremos dando una visión amplia y crítica de las causas sociales y de los efectos poblacionales que afectan a la mortalidad materna.
Sin embargo, el apegarnos a estadísticas oficiales nos obliga a retomar los aspectos cuantitativos, y en este orden de ideas podemos mencionar que la fecundidad, como indicador de calidad de vida ha tendió un progresivo descenso en su tasa global, ya que en el Estado de Zacatecas bajó de 8 hijos por mujer en 1970 a 4 en 1995.
La natalidad en el mismo sentido de calidad de vida que como indicador representa, evidencía un comportamiento muy similar producto de los cambios ocurridos en la vida familiar y en el quehacer mujer-madre, así como en los procesos estructurales sociales y en el valor que los hijos tienen en el contexto económico y social del hogar, disminuyendo de igual forma la tasa de natalidad .
Las formas características de unión conyugal, la intensidad o frecuencia de las uniones maritales, los tipos y estilos de reproducción biológica que corresponden a las distintas clases sociales y que hacen parte de la estrategia global de supervivencia de las mismas, parecen sufrir modificaciones durante las fases de crisis, como lo sugieren varios estudios de el Colegio de México.
En el mismo contexto de los efectos sociales de la crisis, podemos mencionar el crecimiento de la subocupación y desocupación, y en la población inmersa en este grave problema no es tan sólo los jefes de familia que buscan un ingreso con el fin de remediar en parte las necesidades urgentes de su familia, sino que son los jóvenes, el cúmulo de fuerza laboral que busca repetidamente una fuente de trabajo, el grupo que engrosa el estrato de los no ocupados u ocupados temporalmente.
El área urbana es el sector más impactado por el desempleo, agravado por el constante desplazamiento de mano de obra que se opera desde las unidades agrícolas del sector rural, produciéndose una migración progresiva y definitiva de fuerza de trabajo depauperada a los centros urbanos y la conformación de los llamados cinturones de miseria en las grandes ciudades.
La mujer, como hemos venido describiendo, se halla vinculada a formas atrasadas de trabajo, circunscritas a lo que los epidemiólogos latinoamericanos han dado en denominar la "Triple Carga", como son un trabajo mal remunerado, una práctica doméstica cada vez más deprimente y una procreación más acentuada.
El trabajo materno, que ya de por sí implica en estas condiciones, un deterioro de su calidad de vida, implica la posibilidad del abandono de los hijos, situación que genera el aparecimiento de una serie de determinaciones que operan directamente no sólo en los aspectos de reproducción biológica, sino también reiteramos, en los graves riesgos de muerte tanto en la madre como en los hijos.
A nivel nacional, el 47% de las madres que trabajan tienen la oportunidad de llevar a sus hijos y ofrecerles un cuidado más cercano a través de guarderías, centros de recreación, etc., aunque por las circunstancias del trabajo, ese cuidado no es el más adecuado. Esta característica es más frecuente en el sector rural, posiblemente debido al tipo de trabajo materno fundamentalmente agrícola, en el que la madre es acompañada de sus hijos, quienes, como fuerza de trabajo complementaria, ejecutan conjuntamente las labores.
Es interesante analizar las causas de mortalidad infantil que prevalecen en los niños sujetos a esta condición social (hijos de madres trabajadoras), ya que la madre al abandonar el hogar para ir al trabajo, en muchas ocasiones deja a sus hijos al cuidado de un menor de quince años y otro porcentaje los deja totalmente abandonados, situación que los deja a expensas a accidentes de todo tipo que viene a provocar en ocasiones la muerte.
Sintetizando lo anterior, enfermedad y muerte caracterizan a la profunda crisis que vivimos en México. La mortalidad de las madres evidencía un mínimo descenso de la década de los 70’s y a pesar de los grandes subregistros que subyacen en las estadísticas oficialistas, las defunciones maternas aumentan a 1.9 por cada mil nacidos vivos.
La mortalidad infantil calculada a través de la técnica de Brass Trussel muestran igualmente un lento decrecer de la tasa de defunciones en el grupo de menores de 1 año y tampoco la mortalidad general escapa a este comportamiento.
Al parecer la crisis pues que afecta al país y el deterioro de la vida de las familias, limita la sobrevida de la población infantil y potencía, a través de su sostenido deterioro, el aparecimiento de problemas asociados.
miércoles, 14 de abril de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario